Era el pasado día
viernes 9 de diciembre de 2016, y finalizada la sesión de ese día de las XIX
Jornadas Centenarias Internacionales del Colegio de Abogados del estado
Carabobo, nos disponíamos a ir a cenar un grupo de ponentes a un maravilloso
lugar que se llama “Casa Valencia”.
Inmediatamente en
cuanto nos indicaron nuestra mesa, y procedimos a acércanos a ella, al pasar a
lado de la barra siento que me toman por el brazo, me doy vuelta y nuevamente,
el siempre presente amigo Don Rigo.
Raúl Arrieta, quien me precedía en la procesión de comensales
hacia el altar de sacrificio de lo que luego fue una exquisita paella, al notar
que me había rezagado en la marcha volteó para verificar las razones de mi pausa,
y ya se imaginarán, pues acontece que Rigo y Raúl, se conocen desde hace mucho
tiempo, y es que hasta estudiaron juntos y fueron compañeros de andanzas juveniles,
no solo en el Sur, sino que coincidiendo en Inglaterra. Ya podemos imaginar
tales andanzas.
Luego del caluroso
abrazo, y notando que Don Rigo se encontraba sin ninguna compañía, que es muy distintos
a estar solo, lo convidamos a que compartiera
con nosotros.
La noche, como todas
las excelentes ocasiones en que se comparte con buenas amigos y buenas
conversaciones, pasaba espectacularmente, en especial ante los múltiples
cuentos y anécdotas de estos particulares comensales, Raúl y Rigo, que con Roberto
y Ramsis, ya son cuatro “R”.
Llegó la paella, bueno
con mayor especificidad el arroz a la marinera, es que suele uno a veces equivocadamente
llamar paella al género de arroces, en fin.
A todos los
comensales, todos y cada uno de nosotros, salvo a Rigo, nos pareció
espectacular, es más casi que abiertamente nos dice que es la peor que había
comido. Ese comentario, no por que creamos que era mentira, ya que es imposible
que para nuestro criterio hubiese sido mala, por el contrario por lo que a mí
respecta, hacía tiempo que no comía un arroz así de bueno, hasta repetí en
varias ocasiones.
No cesaron las
expresiones de extrañeza sobre tal disenso sobre la calidad de la alimentación,
incluso en modo de juego sometimos a votación democrática nuestro parecer sobre
tal calidad, y fue abrumadora la votación a favor de la buena comida, prácticamente
98% para e SI, y 8% para el no, hubo inicialmente dos intentos fallidos de
abstenciones.
Es entonces cuando
Rigo, se pone de pie y expone, jocosamente como es de costumbre, que a pesar de
esos resultados electorales que le son adversos a su gusto, en modo alguno
pueden convertir ese alimento en placenteros para él, y que ejercía su legítimo
derecho a disentir.
Ese Derecho a disentir,
lo expuso de manera preclara, señalando
que lo hace no obstante el buen diálogo que se llevaba en la mesa, hizo referencias
claras y puntuales como ese derecho a disentir era tan natural y propio del ser
humano que ya desde la antigua Grecia, sus pobladores lo tenían presente, y que
incluso en la Inglaterra de Juan Sin tierra, ya desde 1215, ellos lo tenían también
presente, derecho a disentir que incluso según las circunstancias puede devenir
en el derecho, y hasta el deber de resistencia.
Acercándose a nuestros
tiempos no hizo especial referencia a las importantes obras de Ermanno Vitale
como lo son “Defenderse del Poder por una resistencia constitucional” en los
que utiliza términos como el de “constitucionalización de la resistencia”, libro
que caso no increpa que sin haberlo leído no podríamos conversar con él sobre
el tema, pero que consciente como está de la dificulta de comprar libros hoy en
día en Venezuela, nos recomendó que leyéramos un extracto de un interesante
trabajo denominado “Resistencia como forma de restauración-conservación del
orden democrático constitucional”, suministrándonos el siguiente enlace: http://www.trust-cm.net/uploads/docs/sessions/23f68525f332a867506b026e0dea0e32ab47f2d5.pdf
Mientras Rigo exponía,
Raúl solo lo observaba y analizaba, todos supimos que estaba tomando
mentalmente notas, y cuando Rigo terminó su exposición, Raúl replicó: “me has
hecho cambiar toda mi ponencia para mañana”, por tus reflexiones sobre la
disidencia y resistencia eso será lo que expondré mañana, mucho apreciaría que
asistieras a la actividad, no pudiste escuchar a Roberto ni a Ramsis, que
expusieron ayer, pero a mí, a Cecilia, a nuestro amigo visitante de Argentina
Juan y a otro muy buen profesional que llega mañana que se llama Miguel, nos podrás
oír mañana”, a lo que Rigo respondió: “En Realidad me encantaría acompañarlos
mañana pero a esa hora estoy comprometido a subir el Casupo con una bella dama
valenciana, pero sepan que si sabré y estaré al tanto de todas las exposiciones,
y que estoy más que claro de sus tareas en estos aciagos tiempos, como lo estoy
de sus resultados favorables".
Luego de la comida vinieron
los postres y el café, los que unánimemente fueron aceptados sin disidencia ni
resistencia.
Terminamos, salimos a
buscar nuestros vehículos que nos llevarían a unos a descansar, y a otro, a
preparar su exposición conforme a estas reflexiones.
Don Rigo se despidió,
no aceptó que lo lleváramos, y tomó a pie su camino por la Avenida Bolívar en
sentido Nagüanagüa, se nos perdió de vista en la nocturnidad.
Al día siguiente Raúl
expuso agradablemente, hizo parecer que era él el que exponía, pero yo, y los
que la noche anterior compartimos juntos supimos que era Rigo que declamaba a través
de él.
Fotografía tomada de:
http://cloudfotos.noticias24carabobo.com/29casavalencia2_630.jpg
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